Ajedrez heráldico con cartas y dados
AJEDREZ DEL REY BATALLADOR
Juegos heráldicos de ajedrez con cartas y dados

Ajedrez del Rey Batallador

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Jugar con dados

Una mayor intervención del azar puede conseguirse jugando con dados. Ya los antiguos hindúes practicaban el juego llamado Chaturanga -una variante primitiva, o quizás el ajedrez originario, para cuatro jugadores- utilizando dados alargados para mover las piezas. Y en el códice miniado Libro de los Juegos de Ajedrez, Dados y Tablas (Sevilla, 1283), del rey Alfonso X el Sabio, se da cuenta del uso de dados de ocho y siete llanas para jugar al Grande Acedrex -semejante al conocido como Ajedrez de Tamerlán- y Acedrex de las Diez Casas, respectivamente, para que con su utilización se juegue más «ayna», es decir, más deprisa y más fácil.
Foto de tres dados para Ajedrez heráldico

Aquí se propone el empleo, no de dados con números o incisiones en sus diversas caras y en proporciones aproximadas de representación pieza-dado, como en aquéllos, sino de dados en cuyas caras estén representadas todas las piezas en juego, en proporción exacta e individualizadas.

La singularización de las piezas –especialmente con campos heráldicos monocolores sin carga, como en esta edición– y su representación en las cartas es aplicable a los dados, sustituyendo las cartulinas por las caras o llanas de estos, si bien el número limitado de poliedros regulares existentes, cinco, va a condicionar las posibilidades, en relación al ajedrez actual de dieciséis trebejos por bando.

Entendemos que deben desecharse, en la práctica, los dados de cuatro caras o tetraedros por su excesiva angulosidad y casi nula capacidad para rodar, así como por necesitarse en número de cuatro.

El juego completo de dados se compone, pues, de un icosaedro, dos dodecaedros, tres hexaedros y dos octaedros, pudiéndose practicar, usándolos en distintas combinaciones, numerosas variaciones, así como sistemas mixtos con o sin cartas, juegos forzados, juegos con dado de combate, etc.

Algunas modalidades

Si nos decidimos por el icosaedro, disponemos de veinte caras triangulares, con lo que, una vez representadas las dieciséis piezas, nos sobran cuatro llanas que podemos convenir en usar como comodines que sirvan para mover cualquier pieza a libre elección del jugador.

Otra posibilidad consiste en usar dos octaedros, uno para las ocho piezas mayores y otro para los peones, por ejemplo. Lanzados los dados, el jugador elige cuál de las dos piezas representadas quiere mover. O bien, si se conviene en jugar dos piezas por turno, y se dispone de ellas sobre el tablero, mover ambas (una aplicación de la manera marsellesa de Albert Fortis).

La utilización de dos dodecaedros permite jugar como con los octaedros y deja, además, cuatro caras libres por dado, que ocupamos con comodines, pudiendo establecerse movimiento libre con la aparición de dos comodines o de uno solo.

En las dieciocho caras de los tres hexaedros figuran las dieciséis piezas y dos comodines. La forma de jugar con los tres dados cúbicos, como puede deducirse, es semejante a la expuesta para los octaedros y dodecaedros.

Ⓒ Ajedrez del Rey Batallador, 2013
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