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La baraja-tipo se compone de sesenta y cuatro cartas (cada pieza esta representada en cuatro cartas) y ocho comodines de uso opcional. Se deja a criterio de los jugadores añadir una segunda baraja. Por un lado, el aumento de cartas ensancha la incertidumbre; por otro, evita tener que barajar de nuevo si la partida se prolonga.
En cada turno, el jugador roba una carta y tiene que mover la pieza en ella representada. Si no puede moverla o ya no dispone de ella, el turno pasa al otro jugador. El enroque es jugada de Rey.
El principal inconveniente de este sistema estriba en que en las primeras jugadas, si se juega con la posición inicial establecida actualmente, hay muchas piezas inmovilizadas. Puede agilizarse el comienzo acordando colocación libre de las piezas o situando, antes de empezar, todos los peones o alguno de ellos en la tercera línea.
A la vista de sus cartas, el jugador a quien corresponda la salida decide que pieza, de las representadas en las cartas de que dispone, desea mover. Pone la carta boca arriba sobre la mesa, mueve la pieza representada, roba una carta y pasa el turno. El otro jugador hace lo propio y así sucesivamente, hasta que uno de los contendientes logre la captura o rendición del Rey adversario.
Si en el transcurso del juego y como consecuencia de la sucesiva perdida de piezas, un jugador no tiene en su mano naipe que le permita mover ficha, deberá desprenderse de una carta cualquiera, pasar el turno sin mover y robar otro naipe. Ante esta eventualidad, que puede darse con alguna frecuencia si la partida resulta disputada y se alarga, se sugiere que se acuerden, siempre antes del inicio del juego, normas concretas, como el descarte y reposición de varios cartas, con o sin pérdida de la vez u otras reglas que se convengan. Si se agotan las cartas a robar, se procederá a barajar de nuevo y a continuar el juego.
Dos variantes más se pueden practicar -y no queremos ser prolijos en la enumeración de posibilidades- si, jugando como ya se ha dicho, en lugar de robar carta al desprenderse de una, se aplaza la reposición de cartas al momento en que se agotan todos.
Otras modalidades son posibles estableciendo descartes múltiples en cualquier momento del juego, de mutuo acuerdo o a petición de uno de los jugadores, con o sin perdida del turno, etc.
La colocación de las piezas deberá hacerse por turnos, si se realiza a la vista de ambos jugadores, o mediante un separador que impida ver el despliegue que prepara el contrincante (movilización secreta).
Un curioso sistema mixto es el que podríamos llamar de liberación progresiva. Consiste en que una pieza se puede jugar libremente a partir del momento en que se posee una carta representante, dos o las que se establezcan antes de comenzar la partida. La pieza «liberada» deberá marcarse (o desmarcarse, si se usan insignias desmontables) de alguna forma, por ejemplo con adhesivos de quita y pon, para indicar que ya juega libremente.
Otra forma de jugar es la que denominamos con naipe de combate. Los trebejos se mueven libremente, pero es necesario disponer de naipe-representante para poder efectuar una captura con determinada pieza. Para ello, el jugador se desprende del naipe, mostrándolo, y roba otro del mazo.